1) Táctica. El plan de Arabia Saudita funcionó como un reloj. El DT Hervé Renard armó un bloque compacto, con dos líneas de cinco que se movían sincronizadas y lo más lejos posible del área de Al Owais. Esa defensa agrupada, que desde lo alto de la tribuna se veía como una ola que avanzaba y retrocedía, neutralizó cada ataque en el primer tiempo. Peligrosamente, es cierto, al milímetro. La sensación es que Argentina no esperaba eso. Y si Scaloni sabía cómo pensaba plantear el juego su colega francés, no preparó a sus jugadores para contrarrestarlo. El off-side fue la trampa en la que cayó la Selección y no supo cómo escaparse. En el segundo tiempo, ya en ventaja, los árabes retrocedieron y la muralla se formó en los alrededores del área. Y Argentina tampoco le encontró la vuelta. Renard se frota las manos: derrotó a Scaloni en el duelo de DTs.
2) VAR. Primero jugó a favor, detectando el penal que le habían cometido a Paredes en los albores del partido. Después cambió de camiseta y fue inflexible. Tres veces marcó Argentina y tres veces anularon los goles. El segundo, de Lautaro Martínez, por culpa de un hombro-brazo adelantado. Esa imagen proyectada en las pantallas del estadio, generó lamentos y frustración. Era el 2 a 0 y, posiblemente, el encarrilamiento del juego hacia un mar de paz. Pero después se desató la tormenta.
3) Efectividad al 100%. Es inapelable: los árabes remataron dos veces y marcaron dos goles. En el primero, el empate parcial, Saleh Al Shehri definió cruzado y abajo. El segundo fue una joyita de Salem Al Dawsari: derechazo desde el borde del área con destino de ángulo, venciendo la estirada de “Dibu” Martínez. ¿Pudo haber hecho algo más el arquero? Los remates fueron ajustados y para sacarlos hacían falta de esas atajadas ganapartidos. No estuvieron en el repertorio de “Dibu”.
4) Errores. Fueron muchos los cometidos por la Selección. Errores de concepto, al momento de afrontar un partido que se puso incómodo y en el que hacía falta inteligencia para “leerlo” en la cancha. Justamente de lo que careció la Selección. Errores de manejo de pelota, imprecisiones, pases a ningún lado, descoordinación. Y errores individuales, porque jugadores de los que se esperaba mucho más terminaron contribuyendo a la confusión generalizada hasta diluirse. Una colección de errores que no sólo no pueden repetirse; también invitan a preocuparse.
5) Puntajes bajísimos. Nadie por arriba de los 5 puntos, la mayoría fluctuando entre el 4 y el aplazo. “Papu” Gómez intentó destrabar el embudo por la izquierda en el primer tempo, sin tanto brillo, claro. Tagliafico lució aplicado y decidido a llevar el equipo hacia adelante. No mucho más. Di María fue aquel Di María improductivo que sólo encuentra como recurso enganchar hacia adentro para buscar su perfil y no cierra bien los ataques. Lautaro Martínez definió a la perfección para el 2-0… anulado. Después, los zagueros árabes lo metieron en una caja de zapatos. Poco y nada de Paredes y mucho menos de Rodrigo De Paul, en “modo Atlético de Madrid”. O sea, oscureciendo las acciones cuando el equipo necesitaba claridad. Intrascendente Molina. Nada más.
6) Instantes letales. En apenas cuatro minutos se vino el universo abajo. Cuatro minutos insólitos, en los que Arabia se decidió a atacar y marcó dos goles. Cuatro minutos en los que Otamendi y “Cuti” Romero lucieron desconectados. Cuatro minutos de pesadilla. Cuatro minutos que evidenciaron los problemas físicos de Romero, obligado a salir y dejando la duda de su real condición. Cuatro minutos de fragilidad defensiva, suficientes para terminar en derrota. Los cuatro minutos lapidarios del mediodía qatarí. Lapidarios para Argentina; históricos para Arabia Saudita.
7) Hacha y tiza. Los árabes pegaron sin contemplaciones y terminaron con seis jugadores amonestados. Y se la pasaron haciendo tiempo una vez que disfrutaron la ventaja. Era lo que tenían que hacer para ganar el partido. El árbitro Slavko Vincik dio todo el alargue posible y más; ya un clásico en este Mundial. Si hay responsabilidades que adjudicarle, pasan por su escasa capacidad para darle ritmo al juego. Lo de Arabia no gustó en ese sentido; habrá que ver cómo le va en los compromisos que vienen. Ya es cosa juzgada.
8) Mohammed Al Owais. Ataja en Al-Hilal, equipo dirigido por Ramón Díaz, y tiene 31 años. Jugó el partido de su vida. Dio seguridad, no se equivocó en los centros. Brilló al máximo al frustrar lo que parecía gol de Tagliafico. Voló para las fotos y siempre terminó con la pelota atenazada. Salió tan determinado y potente del área chica que hasta lastimó a un compañero. Al penal de Messi no lo esperó: se acostó a su izquierda y terminó burlado. ¿Quién se acordará de eso? Esta vez Al Owais se convirtió en héroe.
9) No ligó. También vale consignar este punto y no es menor tratándose de los Mundiales. Argentina quedó a contrapierna en los rebotes, los jugadores se resbalaban, siempre aparecía la punta salvadora de algún botín árabe. Los ataques a veces derivaban en idas y vueltas de la pelota propias de los viejos y queridos flippers, pero al final nunca terminaron en pies argentinos. El que no crea en estas cosas se equivoca, porque en un Mundial todo juega.
10) Messi. Volvé Leo, te necesitamos.